Y nos vemos una vez más por aquí. Recuerdo que la última (y primera vez) que escribí en esta plataforma, fue justo un viernes 8 de marzo, el día en que llegó mi mamá de visita a casa. No sé si sabrás, pero vivo la experiencia de ser migrante, lo cual hace que sea todo un acontecimiento recibir a alguien que porta todo ese calorcito familiar que tanto se añora al estar lejos.
Y vaya que disfruté muchísimo ese tiempo, sobre todo cuando pude soltar el conflicto que como una telaraña, se empezó a tejer dentro de mí.
Y me refiero a esta lucha interna entre entregarme al amor y al disfrute, como dirían los mexicanos, “como gordita en tobogán”, o mantener la estructura de la devoción al trabajo, muy a pesar de que gozo de la dicha de tener un trabajo flexible, cuyos horarios puedo acomodar según mi libre elección. La culpa llegó por unos momentos, junto con estos pensamientos tipo “si no produzco no genero”, “si dejo de lado mi rutina habitual después me veré en apuros”, “el flujo del dinero se estancará”, y más… No sé si esto te sea familiar, pero es lo que me pasó.
Sin embargo recordé esta reflexión tan bella de Julia Cameron que gira en torno a la recompensa que Dios te da cuando haces apuestas claras de amor por ti. Y ahí empezó mi acto de fe. Decidí centrarme en lo mínimo de trabajo (mis pacientes) dejando de lado cualquier otro tipo de actividad (por eso me he desaparecido dos semanas aquí) para aprovechar al máximo cada segundo junto con mi mamá. Así fue y fue un verdadero deleite.
Ella se fue el día domingo pasado. Días antes empezó a haber una especie de “guru guru” dentro de mí, el tic tac del reloj se hacía más fuerte y me comunicaba que se acercaba el momento de retornar plenamente a mi rutina diaria. Mi espíritu clamaba porque la promesa se cumpliera y que mi elección redundara en demostraciones infinitas de amor de Dios hacia mí.
Y desde ese lugar me interesaba escribirte ahora. Desde “el después”. Cuando alguien nos da un consejo que implica tanta confianza, a veces nos ataca el enemigo del escepticismo y la duda. Nos cuesta creer. Habiendo transcurrido unos días te cuento cómo me he sentido.
Te escribiré con el corazón y desde la sencillez. Porque lo extraordinario no es complicado, es simple y trascendente. No sé si en orden de relevancia, pero te iré contando puntualmente sobre descubrimientos, iniciativas, o momentos “eureka” que se han ido dando.
Un día, paseando a Chispita, vi un árbol que ya había visto antes, pero que ese día miré con otros ojos. En una de las ramas, se aprecia un recipiente con cascaritas de pistachos. Alguna persona lo dejó ahí y esto sirve de alimento para las ardillas que pasan por esa zona. Ese día, particularmente lo observé con otros ojos y me di cuenta de lo especial que es este ser humano (que no conozco), que desde su creatividad y generosidad, encontró una solución para que esas ardillas reciban su comida con total facilidad. Imaginé qué dirían las ardillas a esta persona que tuvo este gesto. En ese momento también reflexioné sobre lo que significa mirar la vida, la realidad, nuestro presente con otros ojos. Vamos tan a prisa (voy tan a prisa) o con mi mente en otro lado que casi ni me entero de lo que sucede. Quiero otorgarle significado bonito a lo que pasa, a lo que me rodea, a mis experiencias.
Al llegar a casa y empezar a planificar las propuestas y actividades de abril, conecté con la idea de lanzar la segunda edición del programa “Escribir tu historia de vida”. Lo que me ocurrió en la mañana fue como una revelación, y sentí que abril (mes de mi cumpleaños que he decidido catalogar como un mes mágico), podía convertirse en una valiosa oportunidad para dar homenaje a mi vida y a la historia de otras mujeres, que con valentía quieran re-mirar su historia, reescribirla con amor y compasión para así resignificarla. Decidí lanzarlo, casi como jugando. Sin expectativa, confiando en la colaboración del universo. “Quienes sintonicen y resuenen estarán” y para mí será una hermosa ocasión, para durante 30 días, escribir, en este 2024 y con otra perspectiva, mi historia. Todo será ganancia. Y le he puesto el lema, “Escribamos nuestras historias. Celebremos nuestras vidas”. Le he añadido el que nos reunamos, quienes deseen, a escribir todos los días. Ya les contaré en otra carta, todos los milagros que se desplieguen :)
Esta misma experiencia de la ardilla, me hizo mirar a Chispita (mi perrita) y recordar esos momentos en los que he escrito como si Chispita me dedicara cartas de amor. Han sido cartas sanadoras creadas para transmitirme ternura y gratitud cuando más lo necesitaba. Amo cómo imagino que Chispita ve el mundo. Gracias a ello, me inspiré para crear la cuenta de IG, que se llama La mirada de Chispita, que se ha convertido en un diario para narrar historias desde la picardía, autenticidad y sentido de libertad de mi gordita. No te imaginas cuánto me está ayudando. En una de mis tareas del libro El camino del artista en su semana #7, me di cuenta que algo que he perdido de niña es esa chispa divertida y relajada para hacer las cosas. Pues escribir como Chispita, increíblemente me está ayudando. Sanador, ¿verdad?
Y espérate que en otra oportunidad te contaré que se me ha ocurrido crear un taller dirigido para las “mamis de mascotas” y así fusionar la experiencia de tener un animalito a nuestro cargo, con el autoconocimiento y amor propio. Ya veremos que sale de esta nueva tierna locura.
En este momento, quisiera que te detengas a pensar:
¿Cómo la vida cotidiana podría transmitirte hermosas y sencillas lecciones? ¿Qué podrías aprender de la naturaleza y del mundo que te rodea?
Esta semana, he sentido que la energía me ha llevado a conocer nuevos lugares, estar en sitios que me contribuyan con luz y creatividad. Mientras caminaba hacia uno de ellos, pensaba en que estoy extrañando mucho a mi mamá y que veo que estoy tratando de llenar esos espacios que compartía con ella. Me dio alegría y paz darme cuenta, que soy consciente de esta sensación y que eso hace que no sea una búsqueda por huir de mi soledad, sino un deseo de abrirle la puerta a experiencias que acompañen mi sentir y que me permitan crear nuevos recuerdos. Parte de la aceptación y no de la evasión. Escribir me ayuda a ser más consciente. El silencio me aporta muchísimo.
¿Qué recursos, momentos, rituales te ayudan a
escucharte, encontrarte y/o aclararte?
Mi poder creador se ha activado. Mis antenitas se han limpiado. Y eso ha surgido, gracias a la apuesta que hice por mí. Y ya me voy a detener para no hacer esta carta tan larga. Solo decirte que me siento feliz.
Quiero terminar contándote algo en referencia a lo que te narré al inicio, sobre el conflicto que tuve entre la productividad y la pausa que sentía que merecía darme. Ayer, compartiendo con mi novio, el diálogo nos llevó a hablar sobre mi adolescencia y juventud. Pude darme cuenta que “Ale adolescente” se exigió mucho desde muy pequeña, ser responsable, madurar rápido, asumir roles que no le correspondieron en su momento, fueron parte de su vida cotidiana. Al darme cuenta, me nació el deseo hoy en la mañana de escribir sobre esto, y hablarle a esa joven que me habita. Me di cuenta que ella no aprendió a divertirse o a relajarse. “Ya lo puedes hacer sin culpa, Ale. Puedes gozar de trabajar y disfrutar. La vida no tiene que ser pesada. Puedes abrazar la ligereza y la facilidad en el día a día. Suelta lo que no dependa de ti, lo que no es necesario llevar contigo. Simplemente, sé feliz y camina sintiéndote liviana”.
¿Qué le dirías a tu “yo adolescente o joven”, si tuvieras la oportunidad de escribirle una pequeña nota? ¿Qué percibes que necesitaría escuchar de ti?
Y bueno, querida amiga lectora, con quien comparto el placer de las letras. Me quiero despedir con una frase que encontré por allí, cuyo autor desconozco. Dice así:
“No eres la herida. Eres la cicatriz.
No eres la marca. Eres la huella.
No eres lo que te pasó. Eres lo que construiste a pesar de eso”.
Te abrazo fuerte. Nos veremos muy prontito.
Ale
PD: Por fin arreglé un pequeño espacio en mi habitación que tenía pendiente ponerle mi toque romántico. Lo venía postergando. Hoy me decidí.
Amanding las cartitas con chispa. Gracias Ale🫶🏻🫶🏻🫶🏻